¡Sí, Padre, vamos contigo!

Homilía de Mons. Jorge González sobre el P. José Kentenich

El director nacional de Schoenstatt en Argentina, P. Pablo Pérez, le solicitó a Mons. Jorge González, consagrado obispo el 15 de septiembre pasado, celebrar la Misa de Alianza de noviembre para el Movimiento en Argentina. El Obispo González fue miembro de la juventud masculina de Schoenstatt en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires; es miembro de la Federación de Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt y actual obispo auxiliar de la arquidiócesis de La Plata. Mons. González aceptó la invitación y celebró dicha Misa en el Santuario de Schoenstatt en La Plata, Santuario del amor a la Iglesia y de la liberación del Padre, que fuera bendecido por el obispo Antonio Plaza el 15 de agosto de 1965, pocos meses antes de que el P. Kentenich fuera rehabilitado por el papa Pablo VI en todas sus funciones como fundador de la Obra de Schoenstatt.

Inspiración en momentos de incertidumbre

En su homilía, Mons. González dio un fuerte énfasis a las señales del tiempo y llamó a mantener la fe viva, haciendo un breve recorrido histórico sobre las cruces que vivió el Padre José Kentenich, durante su niñez y luego en el tiempo de exilio. Sus palabras nos invitan a recordar el camino que hemos atravesado como familia se Schoenstatt hasta llegar al día de hoy. Una homilía que sirve de inspiración ante estos momentos de incertidumbre.

 Transcribimos a continuación las partes de la homilía que se refieren a esta temática.

Kentenich: sacerdote y profeta de nuestro tiempo

Es un nuevo aniversario del nacimiento de nuestro Padre Fundador, el cumpleaños del P. Kentenich, como decimos familiarmente, en un año fuerte en repercusiones públicas, donde una vez más la prueba se hace presente. Debemos aprender a leer lo acontecido como una prueba renovada por la que debe pasar el carisma de nuestro Padre para alcanzar un conocimiento certero, sano, de su aporte a la Iglesia, lo que los platenses solemos llamar como “la liberación de su carisma”.

No nos tenemos que confundir. En este marco que acabo de compartirles, damos gracias a Dios, en este día de Alianza, por un hombre, un sacerdote y un profeta de nuestro tiempo: el Padre José Kentenich. Nacido el 16 de noviembre de 1885 en Gymnich, Alemania, muerto el 15 de septiembre de 1968, en la Iglesia de la Adoración, Schoenstatt, ordenado sacerdote el 8 de julio de 1910, quien ejerció su ministerio en forma ininterrumpida a lo largo de 58 años. 

Educador carismático

Su gran tarea y pasión de toda su vida fue el hombre nuevo en la nueva comunidad, el echar las bases de un nuevo orden social en el mundo entero. No contento con un diagnóstico certero de la crisis actual, supo poner audazmente manos a la obra, dando en pequeña escala una respuesta global a los problemas del presente. Educador carismático, su sistema no fue elaborado en abstracto o desde un escritorio, por el contrario, se fue haciendo en el contacto diario con los hombres y mujeres, con la vida, en medio de continuas dificultades y luchas. 

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“Nos hallamos ante un histórico cambio de épocas de dimensiones seculares; que ahora caen los dados que decidirán los destinos del mundo por los próximos cuatro o cinco siglos”.
P. Kentenich

Se deciden los destinos del mundo por los próximos siglos

Esto en una época que viera el cambio más inaudito de la historia: la Primera y Segunda guerras mundiales, la Revolución Rusa y la Revolución China, el avance en lo científico y técnico, el Concilio Vaticano II. El P. Kentenich hasta supo de las penurias de un campo de concentración.  Con visión profética comprendió el fondo del gran proceso histórico contemporáneo, cuando escribía, prisionero en la cárcel de Coblenza en 1941: “En el horizonte se van perfilando, lentamente, las grandes líneas estructurales de un nuevo orden en el mundo: un mundo antiguo está en llamas…”

Podemos decir entonces que Kentenich es un hombre de fronteras, crepúsculo de una época que concluye y aurora del porvenir. Así la tarea de su vida adquiere también dimensiones seculares. En relación al pasado, buscaba captar cuidadosamente y mantener vivo en su obra “todo lo grande y todo lo bello que los últimos cuatro siglos han revelado sobre el esplendor, aún oculto, de la idea divina ―del hombre”. (Oktoberbrief 1949). Y hacia el futuro su mirada se extendía a los próximos cuatrocientos o quinientos años: “Los mejores de todas las naciones sienten instintivamente que nos hallamos ante un histórico cambio de épocas de dimensiones seculares; que ahora caen los dados que decidirán los destinos del mundo por los próximos cuatro o cinco siglos”, (op.cit). Esto explica que afirmara que su misión no consistía tanto en romper lanzas por la eficacia actual de la Iglesia, sino en comprometerse a fondo por su destino y vitalidad futura (1955). 

Su fama de santidad está extraordinariamente extendida

No nos tenemos que confundir. Su proceso de canonización se abrió el 10 de febrero de 1975 en la diócesis de Tréveris, por el mismo Obispo Stein que años antes lo había mandado a Milwaukee. Traigo esto a la memoria, porque es un signo que ya nos dice mucho. Somos testigos también, de que. Personas de todos los continentes testimonian que en él han encontrado un convincente ejemplo de vivencia del Evangelio, se han sentido apoyados en su fe y se han confiado a su intercesión ante Dios. Cientos de santuarios de Schoenstatt dispersos en tantos países son lugares de encuentro con Dios. 

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“En el horizonte se van perfilando, lentamente, las grandes líneas estructurales de un nuevo orden en el mundo: un mundo antiguo está en llamas…”
P. Kentenich

Somos filiales, no adultos inmaduros, ni niños ingenuos

No nos tenemos que confundir. En este día de Alianza, en el cumpleaños del Padre, como Familia de Schoenstatt en Argentina, es la hora de renovar nuestro ¡Sí, Padre, vamos contigo! Y vamos contigo sabiendo que el P. Kentenich fue un ser humano, con todo lo que eso significa, no una entidad celestial. Somos filiales, no adultos inmaduros, niños ingenuos. Esto tampoco significa que pongamos en duda la integridad moral sexual del Padre, sería una tontería. 

La mentira es falsedad dicha en un contexto verdadero … 

Estoy seguro que muchos de los hermanos platenses sabrán a quién me refiero, porque me viene a la memoria lo que solía decir un gran profesor de Filosofía que tuvimos en el seminario y que también enseñó en otros ámbitos de la ciudad (de La Plata) y de Buenos Aires, de esos a los que la ciudad y la Iglesia platense debió honrar más de lo que hemos hecho. Siempre decía: “la mentira es una verdad dicha en un contexto falso o una falsedad dicha en un contexto verdadero”. Es muy simple. Si yo digo que durante 6 meses los schoenstattianos platenses no pisaron el Santuario, digo una verdad. Pero si no clarifico el contexto, si doy a entender que el contexto es la mediocridad de la fe de los schoenstattianos, miento. Miento y difamo. 

¡Sí, Padre, vamos contigo!

Nos encontramos ante situaciones que el P. Kentenich ya vivió. Pero no me corresponde a mí, que recién estoy dando mis primeros pasos como obispo auxiliar, de una diócesis tan lejana a los acontecimientos que vuelven a ponerse en tela de juicio 72 años después, que me expida en estas cuestiones tan delicadas. La diócesis donde está Schoenstatt, la diócesis de Tréveris, ya se está ocupando de esto. Es allí donde se dio comienzo al proceso de canonización y como tal, lugar posible para volver a hablar de hechos de hace tanto tiempo.

Por otra parte, y es importante que todos lo sepamos, la Presidencia General del Movimiento creó una Comisión de Investigación, no para competir con la diócesis, de ninguna manera, sino para explicar y enmarcar todos los gestos, actitudes y palabras del P. Kentenich en un sistema psicológico,  pedagógico y religioso propio, fundado en la tradición de la Iglesia, que por cierto hemos disfrutado los schoenstattianos, pero que no hemos explicado suficientemente en forma científica. En esto está empeñada la Presidencia General del Movimiento. Compatriotas nuestros están trabajando mucho, hijos de este mismo Santuario de la Liberación. 

Pongamos todo esto en las manos de la Mater. Acompañemos este camino con nuestra oración constante, con nuestro capital de gracias y con nuestro ¡Sí, Padre, vamos contigo!

Fuente: Schoenstatt International: Schoenstatt.com